HISTORIA DE LAS ARTES CIRCENSES

 Este espectáculo artístico suele presentarse dentro de una gran carpa y contar con la participación de payasos, acróbatas y magos. En el pasado, el circo solía contar con animales salvajes, aunque dicha costumbre fue prohibida en muchos países por considerarla cruel.

Por ejemplo: “Mi tío es un artista circense que viaja por el mundo con su compañía”, “El show circense fue espectacular: había una decena de acróbatas que hicieron piruetas muy arriesgadas”, “El teatro promete una noche circense con los payasos más divertidos de la ciudad”.

Otra propuesta de los circos cada vez menos frecuente es la presencia de personas con discapacidades o condiciones especiales que eran presentadas como fenómenos o freaks, como el hombre elefante o la mujer barbuda.

Los espectáculos circenses muchas veces son itinerantes. Los artistas se trasladan con sus carpas y equipajes para presentarse en distintos pueblos y ciudades, durmiendo en sus propios vehículos (como casas rodantes o remolques). Otras compañías circenses, en cambio, tienen una sede fija y montan sus espectáculos siempre en el mismo lugar.

Los artistas circenses también tienen la opción de actuar fuera de un circo. Es habitual encontrar malabaristas en las grandes avenidas o en las plazas que llevan adelante espectáculos breves para luego pedir una contribución económica a voluntad a los ocasionales espectadores.

Circense, por último, también se utiliza en sentido despectivo para nombrar a algo extravagante o poco serio: “No queremos medidas circenses, sino un compromiso verdadero”.

Las artes circenses tomaron más forma durante la Edad Media. Malabaristas, trapecistas y acróbatas fueron conocidos como “saltimbanquis”'--considerados misteriosos personajes que viajaban de ciudad en ciudad para mostrar sus habilidades y conocer mundo.

Durante el Renacimiento, los saltimbanquis lograron cierto prestigio para las artes circenses lo que les permitió retomar las calles y asistir a ferias para después reunirse en compañías muy similares a las que conocemos en la actualidad. Estas nuevas formas circenses incluían gitanos sabían entrenar animales o bien, decir la fortuna a quien lo pidiera, conviertiendo el circo en un lugar mágico no sólo por las hazañas físicas que ahí se podían presenciar, sino también por la relación con los poderes considerados mágicos de los miembros de la trouppe. 

 


El éxito del circo se extendió en poco tiempo por Europa. Londres fue una Gprimer circo fijo de todos los tiempos. El edificio recibó el nombre de Circus Hippodrome, construido para carreras de caballos, teatro, así como espectáculos con animales y lo más descabellado: la representación de temblores, inundaciones y erupciones volcánicas con extraordinaria fidelidad.

El circo moderno, el de las grandes masas y los espectáculos que dejan a los asistentes con la boca abierta, nació en Estados Unidos. En 1825, Joshua Purdu Brown fue el primero en utilizar lonas para construir tiendas enormes en donde presentar espectáculos circenses. Este cambio determinó el nacimiento de los circos de tres pistas. Este gran cambio hizo que los tradicionales diálogos entre una pareja de payasos pasaran de ser uno de los números más populares a ser sustituidos por números más espectáculares que utilizaban acróbatas, trapecistas o animales exóticos.

Más tarde, el estadounidense P.T. Barnum utlizó la exhibición de seres con deformidades o “fenómenos” junto con espectáculos de animales y trapecistas como parte de su circo. También fue Barnum quien introdujo la transportación de la compañía entera en tren, cambiando radicalmente el concepto del circo para convertirlo en un espacio en el que una gran cantidad de gente de todas las edades podía acudir a divertirse. Un concepto que se adoptó también en Europa a principios del siglo XX.

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